Sunday, July 20, 2014

Una nuevo modelo educativo para un mundo de emprendedores

Ser emprendedor está de moda.

Dejando de lado si hemos abusado de esta palabra y si la estamos utilizando de forma frívola, lo cual podría deducirse de su constante utilización en programas televisivos, es cierto que estamos viviendo una verdadera revolución laboral y las oportunidades profesionales tal y como las conocemos van a desaparecer.

Esto tiene sus causas tanto en la oferta como en la demanda. Por el lado de la oferta, las empresas, grandes y pequeñas, no van a contratar a personas como lo hacían antes. Ante un futuro mucho más incierto, donde antes contrataban a 100, ahora contratarán a 10.

Por el lado de la demanda, la crisis actual ha demostrado que hay que relativizar la seguridad laboral. Tanto en el sector público como en el privado se ha demostrado que en tiempos de recesión hay pocos frenos a la reducción de empleo y salarios. Por tanto, el atractivo de trabajar en una empresa o en la administración pública ha disminuido considerablemente.

Esto, junto con la revolución tecnológica de los últimos 15 años que reduce radicalmente las múltiples barreras al emprendimiento, hará de este una alternativa natural, creciendo de forma exponencial el número de jóvenes que apostará por crear una empresa.

Las implicaciones de esta revolución son múltiples. La principal es la transformación que vivirá -o que debería vivir- nuestro sistema educativo. En mi opinión, el cambio más trascendental lo experimentará la educación universitaria, que perderá una buena parte de su relevancia.

En un modelo en el que las empresas son los principales empleadores, es necesario un sistema que envíe señales al mercado sobre la formación de cada estudiante. Esto, en la actualidad, se consigue a través de los distintos títulos obtenidos al finalizar cada ciclo educativo. Esto permite discriminar por nivel de formación y, en el caso de la educación universitaria, identificar a aquellos con una formación más extensa.

Sn embargo, en un mundo donde domina el emprendimiento, es más cuestionable que la formación universitaria determine el éxito profesional y salarial. Sin duda el emprendimiento exige una educación mínima, pero esta podría ser provista por una buena educación secundaria.

La calidad de esta educación secundaria vendrá determinado por un temario mucho más enfocado al desarrollo de capacidades transversales, que incluya matemáticas, expresión oral (debate y hablar en público) y expresión escrita y, con alta probabilidad, programación básica que permita la comunicación a través de internet, y estadística, para poder aprovechar y analizar el potencial de información ofrecido por internet (big data).

El resto de la formación será muy especializada y personalizada según la necesidad de cada uno, algo para lo que la educación universitaria no está diseñada. Esta será impartida bajo demanda a través de internet por expertos en cada área. La emergencia de los MOOCs (Massive Online Open Courses) es prueba de que las cosas están cambiando.

Esta es la verdadera revolución que se avecina. Sería realmente importante que pudiéramos anticiparnos a través de una verdadera reforma de la educación en España.

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