Este artículo fue publicado por Agenda Pública el 19/10/2017. Ver artículo.
…el Partido Comunista
celebra su 19º Congreso Nacional. Incluso en un momento tan convulso para
España causado por el desafío independentista y también para la Unión Europea,
en pleno Brexit y con un auge de la extrema derecha en Alemania, es necesario,
por unos minutos, poner la atención en China.
Desde ayer hasta el día
24 el evento reunirá en Pekín a 2.300 delegados del sector público, privado y
del ejército. Durante este se debatirán distintos temas de carácter político,
económico y social y se designarán los nuevos miembros de los principales
órganos de gobierno del Partido: Comité Central, Buró Político y Comité
Permanente.
Pese a que hay una gran
especulación sobre los nuevos nombramientos, hay consenso sobre que el Congreso
servirá para consolidar todavía más el poder del actual secretario del partido
y presidente de China Xi Jinping, cuyo segundo mandato de cinco años será
ratificado.
El fortalecimiento de su
poder vendrá dado por su designación como contribuidor a la ideología del
Partido –algo que sus antecesores no consiguieron durante su mandato– y
mediante el nombramiento de altos cargos afines; esto rompería el consenso no
escrito de dar paso, en los últimos cinco años de mandato de cada secretario
general, a representantes de corrientes afines al antecesor en el cargo, algo
que ha marcado las transiciones de poder entre las diferentes corrientes del
Partido desde el fin del mandato de Mao. Asimismo, el Congreso puede romper
algunas de las reglas establecidas desde el periodo de Deng Xiaoping, entre
ellas la edad máxima para ostentar un cargo y, sobre todo, eliminar la
restricción de la presidencia del partido a dos mandatos, lo que significaría
uno de los cambios más relevantes desde la llegado del Partido Comunista al
poder.
Pese al descontento que
esto generará en ciertas alas del Partido, la acumulación de poder por parte de
Xi Jinping hasta la fecha, en particular, su control del ejército y de la
agencia anticorrupción –cuyo responsable Wang Qishan, es considerado la segunda
persona más importante del gobierno por encima del primer ministro Li Keqiang y
candidato a sucederle, hacen poco probable un movimiento de ruptura dentro del
Partido que pudiera desestabilizar el sistema político en los próximos cinco
años.
¿Qué podemos esperar de
China en los próximos años bajo un mandato fuerte de Xi Jinping?
La agenda doméstica
vendrá determinada por nuevas políticas que consoliden el ritmo de la
transformación del país hacia una sociedad de consumo, que es desde 2015 el
principal contribuyente al crecimiento del PIB. En este sentido, se espera que
durante el Congreso se anuncien medidas que apoyen esta transición, en
particular: primero, priorizar el acceso al crédito a consumidores y pymes
mientras se aceleran las medidas para sanear el sistema bancario (enfocadas
fundamentalmente en reducir el endeudamiento de empresas ligadas al sector
público y gobiernos locales); segundo, nuevas iniciativas para promover y
facilitar la transición de trabajadores a sectores con alto crecimiento y
mitigar el riesgo de desempleo; tercero, en el área de inversión, se dará
prioridad al desarrollo urbano del interior de China y la creación del mayor
núcleo urbano del mundo alrededor de Pekín –Xiongan– que podría alcanzar los
100 millones de personas.
Dos iniciativas
gubernamentales que merecen mención específica son el plan One Belt, One Road,
uno de los pilares geopolíticos de China y que con un presupuesto de 1 trillón
de dólares tiene como objetivo desarrollar la infraestructura necesaria para
conectar China con Asia Central, África y Europa. Asimismo, destacan los
distintos planes que promueven la modernización país: el plan Made in China
2025, con un presupuesto de 150.000 millones de dólares para los próximos 10
años, con el objetivo de modernizar la capacidad de producción china, el
desarrollo de la nueva infraestructura de telecomunicaciones de alta velocidad
que llegará a todo el país y el liderazgo en el desarrollo del coche eléctrico.
En materia de seguridad,
la anexión de territorio en el Mar de China Meridional seguirá siendo una
prioridad para China por su valor geoestratégico. Respecto al conflicto con
Japón sobre las islas Senkaku, China parece querer evitar la confrontación.
Corea del Norte seguirá siendo la gran incógnita y principal preocupación en la
región. La probabilidad de conflicto armado sigue siendo baja, pero su impacto
sería tan alto (ya que afectaría a las tres principales economías de la región,
China, Japón y Corea del Sur) que exigirá particular atención por todos los países
involucrados.
La relación con EE.UU.
es otro de los elementos principales de la política exterior. Tras una reunión
más positiva de lo esperado por muchos analistas en abril y numerosas
conversaciones entre los equipos de ambos jefes de estado durante los últimos
meses para encontrar una solución al problema generado por Corea del Norte, Xi
Jinping recibirá al presidente Donald Trump en Pekín a principios de noviembre,
en lo que puede representar otro acercamiento entre ambos países. La cumbre
tendrá como resultado concesiones por ambos lados que pueden facilitar la
resolución del conflicto con Corea del Norte y una mayor estabilidad del
comercio internacional.
El Congreso reconocerá
también el papel que ha desempeñado Xi Jinping en aumentar la influencia de
China en el exterior. Por méritos propios y decisiones de otros, la presencia
de China en el ámbito global ha alcanzado cotas máximas. La participación de Xi
Jinping en Davos y la inclusión del yuan en la cesta de monedas del Fondo
Monetario Internacional han sido dos hitos que simbolizan este creciente papel.
A futuro, el Banco Mundial, el FMI y la UNESCO son organismos en los que China
quiere adquirir mayor poder, además de consolidar el Banco Asiático de
Inversión en Infraestructura. En paralelo, seguirá promoviendo, junto con otros
países, acuerdos contra el cambio climático, un área que fortalece su papel de
potencia internacional y responde también a prioridades de política doméstica,
debido a la creciente preocupación de la población por la contaminación.
En materia de libertades
y de avance democrático, sin embargo, se prevén pocos cambios. La situación de
Hong Kong y numerosas medidas para controlar el acceso a la información indican
que el Partido no tiene intención de reducir su control en este ámbito. A esto
se une el creciente descontento de la clase media urbana con la contaminación
medioambiental, la calidad de la educación y sanidad y la corrupción. La falta
de avances y medidas en estas áreas podrían convertir a este segmento de la población,
cada vez con mayor poder económico y numeroso, en una fuerza de cambio en el
futuro. Esto convertiría a los principales beneficiados por el histórico
crecimiento económico de China en la principal amenaza del Partido.
En definitiva, y pese a
posibles fuentes de inestabilidad como las anteriormente mencionadas, el
Congreso tiene lugar con un gobierno fuerte, altas tasas de crecimiento
económico y planes ambiciosos para la modernización del país y su ascenso en el
panorama internacional.
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