En 2011, Peter Thiel,
fundador de PayPal e inversor en varias de las principales startups de Silicon
Valley, lanzó las Thiel Fellowships, un programa de becas para que estudiantes
universitarios dejaran sus estudios para dedicarse a lanzar y desarrollar
proyectos tecnológicos. Esta iniciativa puede parecer anecdótica, pero ha ido
creciendo con los años y puede servir como punto de partida para reflexionar de
forma crítica acerca del futuro de la educación universitaria, que sin duda
sufrirá cambios profundos.
La causa principal es la
tecnología, que ha creado nuevas oportunidades para desarrollar ideas, reducido
radicalmente los costes de investigación, facilitado el acceso al conocimiento
y la comunicación con otras comunidades, así como cambiado la forma de percibir
el mundo y el trabajo entre los jóvenes.
No es casualidad que varias de las compañías tecnológicas más relevantes hayan sido fundadas por personas que no terminaron sus estudios universitarios, entre ellas Mark Zuckerberg, Jack Dorsey, Evan Spiegel, Travis Kalanick. Una tendencia, por cierto, iniciada por Bill Gates y Steve Jobs.
No es casualidad que varias de las compañías tecnológicas más relevantes hayan sido fundadas por personas que no terminaron sus estudios universitarios, entre ellas Mark Zuckerberg, Jack Dorsey, Evan Spiegel, Travis Kalanick. Una tendencia, por cierto, iniciada por Bill Gates y Steve Jobs.
Una de las razones por
las que la educación universitaria deberá transformarse es su menor importancia
en transmitir señales al mercado laboral: tradicionalmente, un título
universitario indicaba unos conocimientos y preparación para los mejores
puestos de trabajo.
Sin embargo, la
tecnología ha transformado radicalmente estas señales. ¿Quién es hoy un mejor
activo para la sociedad, un graduado en ingeniería de telecomunicaciones o
alguien que durante el mismo tiempo ha sido capaz de lanzar una empresa de
telecomunicaciones por su cuenta y riesgo? ¿Qué tipo de formación debería primar
nuestra sociedad en un mundo cada vez menos jerárquico y más descentralizado?
En cuanto al
profesorado, hay un gran número de barreras administrativas que impiden la
participación de profesionales ajenos al mundo universitario en la formación de
las nuevas generaciones, en un entorno en el que el conocimiento y la
experiencia en un sector o actividad adquiere más relevancia debido a la
aparición de nuevas profesiones y empleos más flexibles y dinámicos. Cada vez
es más necesario conjugar el rigor de la Universidad con la experiencia
profesional.
En este contexto,
aparecen nuevos modelos de aprendizaje que buscan responder a los retos
educativos actuales, al menos en tres áreas:
1.- La formación en
habilidades y conocimientos específicos se torna más relevante para el
desempeño del trabajo. Esto hace necesario ampliar el concepto de profesor para
que abarque a todo ‘transmisor de conocimiento’ que pueda contribuir al
desarrollo educativo de un alumno.
2.- Se hace necesaria la
implementación de nuevos modelos de incentivos que busquen asegurar el
compromiso de los estudiantes con su educación. Un puesto de trabajo en el
futuro deja de ser un aliciente suficiente, dada la incertidumbre del mercado
laboral y el espacio temporal que existe entre el inicio de los estudios y el
primer empleo. Deben considerarse estímulos más directos; por ejemplo, los que
remuneren al alumno por la consecución de hitos en su desarrollo educativo. Por
el lado del profesor, deberían establecerse incentivos que reconozcan directamente
a aquéllos que mayor impacto tengan en el futuro del alumno; medido, por
ejemplo, por el número de ofertas de trabajo que este recibe.
3.- Deberían
desarrollarse nuevos modelos de gobernanza que aseguren que la comunidad
educativa responde de forma ágil a las necesidades del mercado de trabajo y
nuestra sociedad.
En los últimos años han
surgido plataformas de educación online que intentan transformar los modelos
actuales en línea con los pilares mencionados. Por ejemplo, Coursera y EdX han
sido pioneras en crear nuevos sistemas de educación abiertos; compañías como
Udemy y Udacity han surgido para ampliar el término profesor, de forma que
incluya a cualquier persona con conocimiento y experiencia dispuesto a
compartirlos, haciendo más relevante y extensa la oferta educativa.
Un ejemplo todavía más
ambicioso es Tutellus.io, una plataforma descentralizada que propone un modelo
educativo con nuevos sistemas de incentivos. Los alumnos serán remunerados por
su compromiso con su formación; asimismo, su atractivo para las empresas
revierte directamente en los profesores, ya que estos también reciben
remuneración por haber participado en su formación. Finalmente, las empresas
son parte integral del ecosistema, transmitiendo a la comunidad sus necesidades
de talento.
Como en otros sectores,
estas iniciativas utilizan una de las grandes palancas de la futura revolución
tecnológica: blockchain, protocolos informáticos que permiten la creación de
redes más eficientes, fiables y con nuevos modelos de gobernanza entre los
participantes. No es casualidad que, en 2014, Vitalik Buterin, entonces un
estudiante de la Universidad de Waterloo en Canadá, recibiera un Thiel
Fellowship para dedicarse a tiempo completo al desarrollo de uno de los
proyectos blockchain más relevantes: Ethereum.
En definitiva, la
Universidad debe enfocarse en construir modelos educativos más abiertos y
conectados, que permitan una transmisión de conocimiento más eficiente entre
profesores (en su sentido más amplio), alumnos y empleadores, capaz de mantener
unos estándares de enseñanza altos y con gran agilidad para responder a las
necesidades de nuestra sociedad.
La Universidad ha sido
uno de los principales motores del progreso. Sin cambios en el modelo actual,
hay un alto riesgo de que pierda este papel. Pero no hay motivos por los que no
pueda transformarse. No hay ninguna razón que impida que la Universidad siga
teniendo un rol fundamental en estas nuevas plataformas, aportando sus
profesores, su infraestructura, su experiencia en I+D y la certificación de calidad
que un ecosistema de este tipo requiere. Cuanto más valor continúe aportando,
mejor será nuestra sociedad.
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